Consecuencias de la Apostacia, 1888

Ninguna nueva organización

Después que pasó el tiempo cuando esperábamos la venida de Cristo, Dios confió a sus seguidores fieles los principios preciosos de la verdad presente. Estos principios no se dieron a los que no habían tenido parte en la predicación de los mensajes del primero y segundo ángeles. Se dieron a los obreros que habían participado en la causa desde el comienzo.

Los que pasaron por estas experiencias deben ser tan firmes como una roca en su apego a los principios que nos han convertido en adventistas del séptimo día. Deben ser obreros juntamente con Dios al confirmar el testimonio y al afirmar la ley entre sus discípulos. Los que participaron en el establecimiento de nuestra obra sobre un fundamento de verdad bíblica, los que conocen los postes indicadores que han señalado el camino correcto, deben considerarse como obreros del valor más elevado. Cuando hablan de las verdades que les han sido confiadas, lo hacen basándose en una experiencia personal. Estos hombres no deben permitir que su fe se cambie en infidelidad, ni deben permitir que el estandarte del tercer ángel sea arrebatado de sus manos. Deben mantener firmes hasta el fin su confianza del principio.